Experiencia laboral paranormal...

Hola a todos. Hasta ahora que retorno al ruedo en este blog. He intentado mantenerlo co más historias, pero luego de leer tanto sobre leyes de derechos de autor... Me ha sido una lucha interna continuar con muchas de mis historias en este blog... En especial con Black Card por primicia de antigüedad.

En un comienzo pensaba en publicarlo como un libro, pero dado que ahora domino parte de otra forma de expresión literaria, intentaré retomar la historia pero ahora en un manga. Los pocos que consiguieron leer la historia desde su inicio, esperen a que salga la historieta, que será tan emocionante como la novela, y cuidado que mejor... Me he vuelto más buena describiendo visualmente que en lo textual.

Ahora al tema... Para reactivar el blog, les presento este sucedo que me ocurrió hace unos meses mientras trabajaba de noche en casa en la restauración de una imagen religiosa para la cuaresma...


Tras haberme graduado al fin de licenciada en Artes Visuales, abrí mi negocio en producción de historietas y restauración de imaginería religiosa. Desde entonces, ya llevo un año recuperando el mejor estado posible de las imágenes que he tenido el honor de tratar. 

La pasada cuaresma sucedía que me fue encomendado tres imágenes para trabajar antes de semana santa... Un juego de imágenes centenarias y uno de menos de medio siglo con muchos problemas a trabajar. En la imagen inicial, se ve una de ellas. Comenzamos creo que mal cuando ningún taxi nos quiso transportar al taller por llevar tres imágenes cargadas. 

Llegamos bien a casa, donde tenía habilitado un mini taller en la sala comedor para trabajar las tres imágenes lo mejor posible antes de llegar Semana Santa... A lo largo de los días, mejoraban las imágenes entre repintar los daños y raspar gotas de pintura de encima... Misma rutina, con ningún cambio mayor al del estado de la imágenes que estaba trabajando.

Sin embargo, no fue así cuando comenzó Semana Santa...

Desde el lunes Santo me sentí observada mientras terminaba los tonos dorados de la primera imagen. El martes, era una respiración fuerte en mi nuca, tanto que dejé lo que hacía y me fui a acostar del susto.

Creí que era por supersticiosa o porque ser fan de historias de terror y por desarrollar mi manga/ cómic en esa temática, que seguro estaba bastante sugestionada. O el mismo cansancio de trasnochar por varias semanas me tenía con la cordura vuelta leña. Incluso pensé que era por los vapores de las pinturas. Pero no.

El miércoles descansé de trabajar las imágenes y me fui a dormir temprano. También porque no quería saber qué sería lo que me aguardara de compañía en las madrugadas. El jueves, en cambio, me quedé más allá de la medianoche colocando la barba del San Juan, (Busquen en mi canal de YouTube Artes Dan Samaria sobre el San Juan de resina y su dolorosa a juego) que estaba hecha de cabello y había que colocar un tramo a la vez...

Desde las diez p.m. todo estaba tranquilo. Con permiso de la familia, coloqué música para espantar mis twmores y demostrarme que todo estaba pasando en mi cabeza. Once p.m. Falta poco para que tenga listo todo y lo pueda entregar en la mañana. Estaba ya planificando mentalmente cómo transportarlas desde la casa a la iglesia, lo usual a la hora de trabajar imágenes restauradas... Faltaban unos pocos mechones...

Suena el reloj de mi hermana. Llegó medianoche y comenzaba el viernes Santo. Apagué la música. Por tradición no se escucha nada ese día. En silencio terminaba retoques, rebajaba la barba, corregía el tono de piel cercano a los pelos. El frío era palpable, poco común con la ola de calor que se vivió en toda esa semana. Uno no podía dormirse temprano sin sentirse acalorado.

Y la brisa... el abanico nunca dio un fresco así de intenso. Miré si era que dejé abierta la ventana, pero estaba cerrada. Entonces, escuché una voz rasposa que hacía años no creí ni volví a escuchar jamás.

"María Clara" me llamaba.

Voltié bruscamente hacia la mesa a mi lado, y atisbe a un hombre sentado, viejo y gordo, vestido con pijama de hospital y me miraba fijamente, en el extremo más lejano. La última vez que lo vi, ya empezaba a encanecer, y ahora tenía los cabellos grises del todo.

 Retrocedí y parpadie varias veces. Estaba sola en la sala. Seguro que fue el cansancio. O que estuve muy cerca de la imagen en cuestión que inhalé la pintura acrílica. Sí, era posible. Tal vez ya era hora de irme a descansar y de comprarme una mascarilla química para futuros proyectos... Eran las dos de la mañana.

No pude dormir.

Unas horas después, comenté el suceso a mi madre. Estaba de acuerdo conmigo de que todo fue producto del cansancio de la jornada. Mi hermana en cambio, dijo que escuchó pasos por su ventana. Y que alguien la llamó a ella también. Mamá preocupada revisó todo el cercado para asegurarnos de que no se coló ningún intruso o ladrón en la noche. Pero estuve despierta hasta las dos de la madrugada en la sala. Y no escuché pasos, o vi actividad fuera de la casa...

Extrañados, seguimos con nuestra rutina unas horas más y me sentí aliviada de que la gente apreciara el esfuerzo tras restaurar ambas imágenes. Su anda fue el más adorable y el que los chicos les encantó llevar durante la procesión. Volvimos pasada las nueve p.m. y mi hermana recibió una llamada que contestó frente a todos.

Era mi hermano menor. Que vive por fuera con el lado maligno de la familia. Traía una triste noticia: nuestro abuelo biológico paterno, que nos dejó a nuestra suerte por años, falleció. No logró ganarle al cáncer. Según mi hermano, el viejo intentó contactarnos para irlo a ver por última vez. Bloquié su número al comprobar de quién era así que nunca me enteré, y menos mi hermana.

Los sentimientos oscuros fueron entonces reemplazados por inquietud y angustia cuando mi hermano nos dijo a qué hora falleció el abuelo: 2 de la mañana.

Teorías y explicaciones siguen rondando mi mente cada que recuerdo este suceso. Que en verdad pasó y creó en mí una perspectiva diferente a lo que nos aguarde después del final... Pasen buenas noches.


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