Artes Visuales en el FICCUA- Parte 1

Hola a todos! Mucho tiempo abandonado el lugar... Por una semana, representé a mi país junto a mis colegas de universidad en Honduras. Menudo lugar, bien hermoso. ¡Saludos a mis colegas catrachos!

Esta será la historia de lo que vivimos por allá, aunque la historia no estará 100% fiel pues la memoria de uno no basta para recordar hasta el último detalle... Así que habrá algo de ficción en ella. Quienes lo vivieron conmigo, sabrán reconocer qué detalles se me habrán pasado por alto.

Por lo demás, esta historia será corta pero larga a la vez. espero que disfruten leerla tanto como yo en escribirla y recordarla.

Saludos a todos! -Dan Samaria

Presentando a parte del PA24

Abril 14- en la mañana y parte de la tarde:

Llegué en un taxi al aeropuerto, junto a mi familia y una enorme emoción que hacía mi corazón latir con violencia. Sería la segunda en mi familia en viajar a otro país y la primera de los hijos de mi madre. Jhonny (el grafitero), un colega, llegó y me recibió. Entramos y nos dirigimos hacia el resto del grupo. Éramos trece personas, que dimos la cara para llegar hasta ahí, a un paso de nuestro más reciente sueño: representar a nuestro país y a nuestra carrera en un evento de arte y cultura centroamericano. Nada más hice llegar, y vi que una de nuestro grupo, la señora Ana, estaba al final de una enorme fila de estudiantes y administrativos de mi universidad. Ella decidió irse en el primer vuelo, pues éste tuvo un severo retraso de tres horas. ¿Pero cómo era esto posible? Se suponía que el primer grupo se fue a las siete de la mañana, y nosotros seríamos el vuelo del mediodía. Pero no. Al parecer, hasta en la aviación existe el mal llamado "hora panameña". Este es un mal que espero solo ocurra en Panamá, que consiste en ser lo más extremadamente impuntual en todo. En el médico, en el trabajo, hasta los bancos aquí son impuntuales. Pero algo tan serio e internacional como un aeropuerto, eso no lo vi venir...

Y entonces nos tocó esperar a que el avión del primer vuelo llegara a Honduras y despachara a todo el tropel del primer vuelo, recargara y volviera para recogernos... Sucedía que el avión era un vuelo "Charter" (alquilado por la universidad), y que haría dos viajes para recogernos... Y eso nos lleva a que nosotros llegamos puntuales al aeropuerto y el vuelo se retrasa. ¡Qué rabia!

No quedó de otra que esperar. Frank (el polifacético), Rafael (Rafa) y Alonso (Aru), se sentaron junto a todas nuestras maletas y tomaron una larga siesta. Ya era mediodía cuando se fue el primer vuelo, y como teníamos que esperar en el aeropuerto, pues ni modo. Mi familia se tuvo que ir entonces. Era hora de comer, por lo que fuimos a ver qué comidas había en el food court del aeropuerto. Comidas que se compran en fonda (restaurantes de pueblo), a precios exagerados, eso fue lo que vi. Mínimo un sancocho que afuera costaba tres dólares menos de lo que me querían vender ahí. Al menos un local lo vendía a precio razonable. Me senté a disfrutar la comida entre mesas y sillas mal colocadas y apretujadas. Conmigo se sentaron Fanny (la diva), Ignacio (el colonense)  y Ginna. Ignacio había logrado colar un envase de comida en el aeropuerto (no podíamos entrar con comida de afuera, solo comprada en el lugar) y comía como si nada. Todos estábamos nerviosos, era nuestra primera vez afuera de Panamá, excepto por algunos que ya lo habían hecho. Aunque quien más inquieta estaba, era Ginna. Nunca le dio por averiguar si en Honduras se permitían sus medicinas... Estaba recuperándose de la leucemia que al fin se había ido de su cuerpo, pero nunca debía dejar de medicarse por si seguía escondida. Pero bien, si tenía la receta a la mano, no debía de preocuparse... Creo.

Luego fuimos a esperar con los demás en el café cerca a la entrada. El avión regresaría a las cuatro de la tarde, y apenas era la una... Ni modo. Compré el café más económico pero truñuño (argot panameño para toda compra en la que el precio no justifica al objeto) y ni siquiera incluía leche. Y eso que la cajera dijo que por ser locales nos hizo descuento (qué mentira). Mientras esperaba, me puse a grabar a mis compañeros y lo que hacían en su espera.

De los trece del grupo, doce esperábamos a nuestro modo, y éramos tan diferentes unos de otros que me sorprendía que hiciéramos buen equipo...

Jhonny, el grafitero del grupo, era el típico artista huraño que no le gustaba juntarse con otros. Su cabello peinado hacia atrás, siempre iba cubierto por su eterno gorro de colores jamaiquinos con siluetas de cannabis. Camisa con diseños hechos por él, pantalones cortos, cadenas con cruces colgando del cuello y zapatillas de marca sin medias ni cordones. Dibujaba en su fiel cuadernillo con un juego de lápices para sombreado.

Frank, el polifacético, nunca dejaba de quedarse quieto. Él era el artista todo-lo-puede, y si él quisiera, bailaría ballet mientras pinta un cuadro. Alto, de complexión atlética, tez morena pero de ojos algo rasgados. Su cabello a diferencia del de Jhonny, era largo, con rizos castaños sobresaliendo de su siempre eterno gorro tejido. Llevaba un abrigo negro con el logo del Ballet Nacional, camisa roja, pantalón jeans largo y las características cutarras panameñas. Si lo describiera en pocas palabras, él es un Tarzán moderno y artístico. Buscaba una canción en su celular pero siempre terminaba siendo regañado por todos cuando quería poner una de reggaetón.

Fanny, la chica yeyé (... de las que se creen la gran bomba y no dudan en actuar como tal), hablaba por su celular con su novio. Ella era de esas chicas hermosas, pero que perdían dicha cualidad por su eterna expresión arrogante. Hablaba con el acento de "ricachón viviendo en Costa del Este sin la papa en la boca" mientras repetía más de una vez "o sea ahueva'o" en cada frase que decía. Vestía a la moda, con una blusa estampada, pantalón basta rifle, tacones y anteojos de sol de montura gruesa (de esos que usaban las señoras en los 70).

Laura, la colombiana 1 del grupo, colocaba música de su gusto para "combatir" el mal gusto de Frank con el reggaetón. Era una joven hermosa de rostro, pero con mal carácter. Complexión delgada, pero de caderas súper anchas. Pálida y de cabello castaño muy ondulado. Llevaba una camisa de tiras bajo su abrigo marrón largo y unas leggins (pantalón de licra ajustado). Se había quitado los zapatos porque resultaban incómodos según ella.

Ginna, la convaleciente, era de esas chicas que antes eran delgadas, pero que por las medicinas y quimioterapias tuvo que engordar. Digamos que en el momento del viaje, tenía complexión robusta. Era casi de mi estatura. Llevaba el cabello castaño oscuro cortito, como lo llevan las señoras mayores en mi país. Tez ligeramente morena. Tenía puesto un abrigo grueso cerrado hasta arriba por el frío, pero llevaba las sandalias puestas. Estaba sentada junto a Jhonny. Chateando o jugando con el celular.

Ignacio, el chombo blanco (chombo significa persona de color y lo de blanco es porque tiene la actitud de uno pero es de tez clara), hablaba con Frank sobre si tenía típico en el reproductor. Porque si se iban de Panamá, lo harían como se debe. Como ya dije, era blanco. Bajo, de cabello negro rizado. Iba vestido como los dandys de los 80: camisa a rayas con el cuello levantado, un collar de oro en el cuello, zapatos y jeans. También dibujaba en su libreta, pero estaba más atento en discutir con Frank sobre si poner típico o no.

Jesús Graell, el seven eleven del grupo, también se puso a discutir con Frank e Ignacio sobre si poner la música típica en cuanto llegáramos a suelo hondureño o cuando subiéramos al avión. También dibujaba en su cuadernillo un retrato. Para tristeza mía, él estaba sentado en la misma mesa que yo. Y digo tristeza, porque en cuanto él comienza a hablar, no hay quien lo calle. Jesús era muy alto, digamos que eso es lo que más le caracterizaba. También era delgado y de tez blanca. Pero soltaba esas expresiones tan propias de un panameño del guetto que daba era algo de risa. Tenía el cabello negro rizado en un pequeño afro. Siempre con sus anteojos de montura gruesa y su abrigo negro y suéter azul debajo. Llevaba jeans desteñidos y sandalias. Como ya dije, siempre habla sin parar.

Grenal, el darienita, solo los observaba reído para luego seguir dibujando en su cuaderno. -Como todos somos estudiantes de Artes Visuales, siempre tenemos la costumbre de llevar dónde bosquejar cuando llegan esos momentos.- Es un indígena creo yo que Emberá. De mi tamaño, pero delgado. A ese ni la idea de representar al país de manera formal le impide vestir su acostumbrado suéter verde, bermudas rotos por la basta y cutarras. Tomaba con lentitud su taza de café, y a veces se metía en la discusión de Frank e Ignacio, para darle la razón a Jesús Graell.

Kevin, el cometa, estaba junto a las maletas, esperando junto a su madre y su novia el momento de partir. Pero a veces venía a sentarse con nosotros solo para enterarse de que el cuarteto decidió poner la música típica (donde predomina el acordeón) y salomar... en pleno aeropuerto... Él era alto pero robusto. Vestía similar a Jhonny, pero llevaba pantalón largo y las zapatillas con cordones. Era el tercero mayor del grupo, pero ya se le estaban viendo los primeros síntomas de calvicie. Llegaba, se sentaba junto a Laura, hablaba brevemente con Grenal y entonces salía.

Mientras observaba a mis compañeros, me di cuenta que faltaban Rafa, Manu y Alonso que estaban recostados en el conglomerado que había de nuestro equipaje. Salí a preguntarles si querían algo de comer, pues desde que se fue el avión anterior, permanecieron en ese mismo punto por casi dos horas. Rafael estaba ya despierto, dibujando en su cuaderno de bocetos, intercambiando opiniones con Manuel mientras que Alonso seguía dormido con la cabeza recostada sobre su fiel y raída bolsa de Slipknot. 

Rafael era nuestro segundo mejor grafitero, siempre lucía relajado y solía sonreír todo el tiempo. Era delgado y alto, pero no le ganaba en tamaño a Jesús Graell. Tez morena pero con rasgos que más le hacían ver como español que como panameño. Su cabello corto y rizado permanecía oculto bajo la gorra que tenía puesta, de su propio diseño. El resto de la vestimenta (suéter, bermudas, zapatillas con medias pero sin los cordones puestos) era similar a la de Jhonny y a la de Kevin. Aunque la diferencia radicaba en que llevaba puesto una de sus camisas Sublime, marca de su autoría. Realizaba sus característicos personajes con ojos saltando de sus cuencas, vistiendo el montuno panameño. Le pregunté si quería comer o tomar café, pero dijo que estaba bien así, recostado sobre las maletas de Frank y Laura. 

Manuel o Manu, era nuestro tercer grafitero, con una habilidad increíble para el dibujo y la pintura. A él también le entró la picazón de querer dibujar, por lo que se puso en onda y comenzó a crear sus efigies kunas flotando en el cielo de su página. Como ya mencioné, era de origen Kuna (también se les dice Guna), bajito, de cara redonda, delgado y de tez morena. Llevaba el cabello negro y liso hasta los hombros cubierto por su gorra. Usaba el mismo tipo de vestimenta que Rafa aunque le hacían ver como un adolescente en vez de un universitario adulto. Cuando le pregunté a él, sacó dinero de la cartera y pidió un café. Digamos que estaba tan cómodo que no quería dejar su cama de maletas. Fui y le compré su café ahí mismo donde estaban los demás. Para mi sorpresa, Frank y Nacho estaban bailando solos, sumergidos en una de esas tantas canciones de típico al son del acordeón y las salomas. Daban tanta risa porque en pleno aeropuerto, hasta las coreaban. Hasta las despachadoras se reían un poco porque menudo espectáculo no es algo común, pero el ambiente que había era más cálido que el resto del frío y solitario aeropuerto.

Regresé a dejarle su café a Manu y a entregarle el cambio. Tanto él como Rafa preguntaban curiosos qué estaba pasando ahí dentro que a Frank y a Nacho les había dado por bailar solos. La respuesta la dio Fanny quien más molesta que incómoda se sentó junto al par de chicos. Al parecer a los dos les dio la gana de bailar, y como las chicas sí tenemos sentido del ridículo, no les iban a seguir la corriente. Yo solo atinaba a reírme un poco para luego ir a ver si Alonso había despertado. 

Qué va. A ese hombre le hubiera caído una bomba al lado y ni se despertaría. Había cubierto su cara con el abrigo rojo que llevaba para evitar que Manuel le tomara fotos mientras dormía. Alonso era de la misma etnia que Manu, aunque tenía el rostro más alargado y delgado. De mi tamaño pero digamos que más viejo. Él luego de la señora Ana, era el más viejo del grupo pero más pinta de joven no podía tener. Su cabello que llegaba hasta el mentón estaba parcialmente cubierto por el abrigo. Iba vestido con camisa y jeans largo. También llevaba zapatillas, pero acordonadas. Le llamaba, pero estaba en su quinto sueño (sueño profundo en el argot panameño).

Suspiré y regresé al local con los demás, que en ese momento comenzaban a conversar sobre el uso de celulares en otros países. Cada uno opinaba algo distinto para poder comunicarse con nuestras familias que quedaban acá en el país. Jhonny y Laura decían que se podía comprar una tarjeta sim en Honduras y ponerle saldo para poder hacer llamadas. Jesús Graell también estaba de acuerdo con eso, pero también comenzó a preguntar si en donde nos íbamos a hospedar habría WIFI para no tener que gastar en eso y solamente usar el WhatsApp. Frank e Ignacio en cambio solo decían que ese tipo de cosas no eran necesarias, después de todo no éramos niños de primaria en excursión de escuela, sino universitarios representando a nuestro país en nuestra área, que era Artes Visuales... 

El resto del tiempo, hasta las tres de la tarde que Laura recibió el mensaje de la miembro faltante del grupo, la señora Ana quien ya había llegado sana y salva a Honduras junto al grupo del primer vuelo. Preguntó si había aparecido por acá en el aeropuerto el encargado de los viáticos de todos y cada uno de nosotros los estudiantes, pues por lo visto el grupo del primer vuelo tuvo que pagar los 20$ que se suelen pagar en aeropuertos panameños como estadía o algo así de su propio bolsillo. En ese momento nos dimos cuenta que si no llegaba el señor Dines, con el viático, tendríamos serios problemas pues en un par de horas el avión regresaría a recogernos para llevarnos a Honduras...




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